Cataluña

5 pueblos bonitos en Cataluña para "enamorar-se'n" de esta tierra

Si ancha es Castilla, variopinta es Cataluña. La región rebosa innumerables rincones cargados de encanto. Entre ellos, de los pueblos más bonitos de nuestra geografía.

Los hay de montaña, marineros y medievales; uno para cada quien. Pueblos bonitos en Cataluña hay muchos y reducir el listado a un puñado no es tarea fácil, especialmente para quien escribe estas líneas, indecisa por naturaleza. En este listado se dan la mano los mejores exponentes de las tremendas bondades de estas tierras. Y tan bonitas y diversas como estas villas, sus hoteles. Començam?

Teresa Fernández

Teresa creció en Mallorca y el Mediterráneo forma parte de su identidad. Ha vivido aquí y allí y viaja de acá para allá siempre que puede. ¿Un lugar al que siempre volver?Cualquier rincón de Cataluña donde acompañen el verde de la montaña o el azul del mar.

1. Baguerge

En lo más alto del Valle de Arán encontramos la colorida localidad de Bagergue. Envuelta entre prados verdes y frondosos bosques, este modesto pueblo leridano destaca por la estampa de postal que conforman las casas con coquetos balcones de madera y techos de pizarra. Baguerge es una de las “viles florides” de Cataluña, movimiento que promueve la transformación de pueblos y ciudades a través de jardines y ornamentación. Así, para sumarle más encanto si cabe, sus vías adoquinadas se engalanan esmeradamente con plantas de todo tipo.

Su núcleo histórico forma parte del Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Cataluña. De obligada visita son la parroquia de Sant Feliu, la ermita de Santa Margalida y el museo Eth Corrau. Tampoco os podéis marchar sin pasar por la quesería de los hermanos Tarrau para probar el “lenguat”, una mezcla de queso añejo y azul con armañac, ron, aceite de oliva y miel, tal y como lo hacía su abuela Genoveva.

Dormir en La Vella Farga

Bordeamos el parque nacional de Aigüestortes y nos adentramos en la comarca del Solsonés para llegar hasta el pueblo payés de Lladurs. ¿Nuestro destino? La Vella Farga. Martí y Gemma fueron los encargados de reconstruir meticulosamente esta antigua masía para convertirla en uno de los hoteles con más encanto de Cataluña

Entre sus muros, que datan de 1036, encontramos hoy 13 exclusivas suites habitadas por suelos de madera, piezas de anticuario seleccionadas por el propio matrimonio, bañeras de mármol y un profundo respeto por la arquitectura medieval original. Y cuando pensamos que este hotel de lujo ya no puede superarse, llega su restaurante con sus canelones rellenos de pollo de corral con bechamel de trufa y queso parmesano; oh, Déu meu!

La Vella Farga

Lladurs
9.7 Excelente (66 Opiniones)

2. Siurana

Sobre un impresionante peñasco de roca caliza descansa esta pequeña aldea tarraconense. A sus pies, un serpenteante embalse de resplandeciente azul. A lo lejos, la sierra de Montsant, la de Gritella y las montañas de Prades. Poco más de 100 personas viven en este pueblo medieval de apenas tres calles, pero en sus muros habitan también leyendas y mucha historia.

La iglesia románica de Santa María y las ruinas del castillo árabe Hisn Xibrana, testigos de interminables asedios y conquistas imposibles, siluetean el horizonte.“Allá arriba, áspera y árdida, que un rellano encastilla de la altura, de espacios coronada y luz ceñida en su vejez dorada y más oscura”, recitaba sobre Siurana el poeta Josep Carner. Pocas veces un verso hizo tanta justicia a un lugar.

Dormir en el Palauet del Priorat

Dolors decidió hace un par de años abrir al público el que habría sido el hogar familiar durante siglos para materializar su deseo de convertirlo en “una casa rural compartida, aunque con prestaciones de hotel”, argumenta ella misma. Et voilà: El Palauet del Priorat.

En el interior de esta finca señorial de 1880 nos aguardan un romántico salón con chimenea parisina, un comedor donde paladear las delicias de la región y un club social en el ático. Sin olvidar sus raíces y en homenaje a las mujeres del linaje Folch, las habitaciones se bautizaron con sus nombres: Coloma, Cristina, Asunción y, por supuesto, Dolors.

El Palauet Del Priorat

Cornudella
9.0 Excelente (116 Opiniones)

3. Cadaqués

A sabiendas de que pueblos con encanto en Girona hay varios, pueblos bonitos en Cataluña aún más y de que la Costa Brava da mucho más de sí – véanse Port de la Selva, Begur, Peratallada, Monells o Calella de Palafrugell- no podemos resistirnos a la recurrente Cadaqués. Las puestas de sol entre barcas de pescadores varadas a orillas del mar enamoraron a Magritte, Matisse y Picasso.

También me enamoró a mi desde aquel paseo por sus empinados callejones salpicados por el fucsia de las bugambilias que adornan los balcones. Y te enamorará a ti tras un baño en alguna de sus idílicas calas o tras un café en cualquier chiringuito avistando la blanca estampa del pueblo.

Dormir en Tramuntana Hotel

Rosa y Carles reformaron su antigua casa familiar para convertirla en Tramuntana Hotel, uno de los alojamientos más bonitos (y baratos) de este litoral. Una oda a la sierra y al Ampurdán decora las paredes de las zonas comunes en forma de poesía en catalán.

El Mediterráneo inunda cada rincón de este romántico hotel en Cadaqués: madera, tonos blancos, mimbre, estuco y mucha luz natural. Estamos seguros de que el diseño del lugar, a cargo del estudio barcelonés Intsight, hubiera cautivado al mismísimo Dalí.

Tramuntana Hotel

Entre los mejor valorados
Cadaqués
9.0 Excelente (12 Opiniones)

4. Castellfullit de la Roca

Y de la vera del mar nos vamos hasta el interior de un exuberante bosque de hayas, encinas y robles. También en Girona y muy cerca de Barcelona encontramos Castellfullit de la Roca, puerta de entrada al parque volcánico de la Garrotxa. Este pequeño pueblo se alza sobre un espectacular risco basáltico de 50 metros de altura, recortado por el río Fluvià.

Con apenas un kilómetro cuadrado de superficie, se convierte en el término más pequeño de la provincia. Comienza el recorrido en la plaza para luego adentrarte en las estrechas callejuelas del casco viejo, que desembocan en la antigua iglesia de San Salvador (¡las vistas desde el mirador son impagables!). Confirmamos: estamos ante uno de los pueblos más bonitos de Cataluña.

Dormir en El Jardinet de Sant Esteve

Para salvaguardar la tranquilidad de los vecinos y semejante espectáculo de la naturaleza, este pueblo “se mira pero no se toca”. Por eso, para dormir, nos vamos hasta El Jardinet de Sant Esteve, en la localidad vecina de Olot, a apenas diez minutos en coche de Castellfullit de la Roca.

El alojamiento se divide en distintos apartamentos con capacidad de hasta cinco personas, ideal si viajas en familia o si lo haces en pareja y prefieres gozar de la intimidad de un espacio independiente (¿dijo alguien escapada romántica en Cataluña?). Dato curioso: las estancias reciben el nombre de los oficios que antaño se desempeñaban en la zona como “Vidrier”, “Picapedrer” o “Cistellaire”.

El Jardinet De Sant Esteve

Olot

5. Beget

Con poco más de 20 habitantes, el pueblo medieval de Beget está declarado como Bien de Interés Cultural por el exquisito mantenimiento de su patrimonio y acaba de hacerse con un hueco en el listado de los pueblos con más encanto de España.

No es para menos: las casas construidas con muros de mampostería de piedra, uno de los trabajos de cantería más antiguos de la historia de la humanidad, añaden bucolismo a la escena. Por un segundo nos parece estar en plena Reconquista pero luego probamos la crema catalana y el mató del Hostal el Forn de Beget y nos azota -muy dulcemente- la realidad.

Dormir en Mas el Mir

Nos alejamos un poco de Beget para llegar al que será nuestro hogar por unos días. Y digo hogar porque Mas el Mir es mucho más que un simple hotel rural. Esta masía catalana de 1366 la regenta Eva con enorme cariño. Tanto que ha sido ella misma quien se ha encargado de decorar las habitaciones y es también quien anda entre fogones.

Nos quedaríamos a vivir aquí todo el año (Eva, ¿nos dejas?), disfrutando en invierno de una lectura al cobijo del calor de la llar de foc o a remojo en su piscina de piedra en primavera, con una de sus cervezas artesanas en mano.

Mas El Mir

Ripoll