Dónde viajar en julio: 10 destinos buenos, bonitos y baratos

Hace miles de años, los fenicios ya se habían rendido a los encantos de la kilométrica playa de Torre del Mar, un enclave privilegiado de la costa malagueña. Este lugar, convertido en fortaleza defensiva frente a los piratas, conserva el castillo y las torres desde las que se vigilaba la presencia de las naves enemigas, puntos de partida imprescindibles para el viajero.

El largo paseo marítimo separa una de las playas mejor valoradas de la zona, con todo tipo de servicios, y los abundantes restaurantes y comercios del núcleo urbano. Es un destino ideal para disfrutar en familia, no sólo por los típicos ‘espetos’ de sardinas de la región, sino también por parques acuáticos que aseguran diversión a raudales.

Playa de Muro, al norte de Mallorca, es para todos los gustos. ¿Buscas un lugar con todos los servicios, un acceso fácil e instalaciones en la misma arena? Lo tienes en el primer sector. ¿Quieres algo más de tranquilidad alejándote de la zona más turística? Es Branc tiene menos afluencia de bañistas y, sin embargo, está cerca de todo. ¿Prefieres una zona virgen rodeada de naturaleza? La encontrarás en Sa Comu, el sector que pertenece al parque natural de S’Albufera, con dunas y pinos que marcan la pauta en esta preciosa extensión natural de la playa.

Elijas lo que elijas, acertarás. Sobre todo si vas con niños, ya que las aguas cristalinas de esta playa son poco profundas y muy tranquilas. Además de poder practicar todo tipo de deportes acuáticos, no te faltarán actividades en el entorno de Muro, como observar las aves del cercano parque natural o visitar el pueblo medieval amurallado de Alcudia.

En julio el calor también puede convertirse en un inconveniente, así que ¿dónde se puede disfrutar del mejor clima durante todo el año? Las Islas Canarias tienen la respuesta. Al sur de Tenerife, Costa Adeje es uno de los tesoros del litoral canario, con 17 zonas de baño distintas, de arena negra, blanca o piedras, urbanas y vírgenes, abiertas al Atlántico o más resguardadas y tranquilas. Los alojamientos no le van a la zaga, ya que cuenta con una de las plantas hoteleras más modernas de Europa y todas las comodidades imaginables.

Aparte de sol y playa, la zona ofrece otros incentivos, como la red de senderos que permiten disfrutar de la naturaleza salvaje del Barranco del Infierno y paisajes tan impactantes como los acantilados de los Gigantes, o la oferta de rutas en barco con suelo transparente para descubrir las maravillas del mundo submarino.

La abrupta línea costera de Cala Ratjada alterna grandes pinares y acantilados con preciosas calas y playas de arena virgen como Son Moll, Cala Gat o Cala Agulla. Allí, al noreste de Mallorca, se encuentra este antiguo pueblo pesquero que no ha perdido el encanto de antaño y esa estampa imborrable en la que se mezclan los barcos del puerto deportivo con el azul intenso del Mediterráneo.

Entre las visitas recomendadas, no puede faltar un paseo por el monte en el que se encuentra el palacio de la familia March y sus preciosos jardines, con una colección de esculturas de artistas españoles e internacionales. Si te interesa el mundo marinero, no puedes perderte el faro de la Punta de Capdepera y la Torre Esbucada, una atalaya desde la que disfrutar de las mejores vistas de la zona.

La estrecha carretera en zig zag que conduce a Cadaqués sube y sube hasta que, superado el desnivel, permite contemplar la espectacular imagen de este pueblecito de casas blancas de la Costa Brava. Escondido entre montañas, este enclave del Alto Ampurdán conserva intacto el poder de fascinación que ejerció sobre artistas como Dalí, que pasó buena parte de su vida en lo que hoy es una casa-museo dedicada a su figura en Portlligat.

Pero Cadaqués también son las callejuelas del centro histórico, las terrazas del paseo marítimo, los edificios modernistas, las calas y playas de los alrededores. Para tener una visión general, lo mejor es adentrarse en los senderos que conducen hasta el Cap de Creus, el Finisterre catalán.

Finestrat parece suspendido en el aire, desafiando las leyes de la gravedad. Con los 1410 metros de la mole del Puig Campana detrás y la costa alicantina delante, este pueblo conserva el encanto tradicional de un casco histórico construido sobre los cimientos de un antiguo castillo árabe. No queda ni rastro de la fortaleza, pero el mirador de El Castell ofrece unas vistas inmejorables, similares a las que tendrían sus habitantes para divisar a los piratas berberiscos.

Para los aficionados a la montaña, desde la histórica Font del Molí, con sus quince caños, es el punto de partida de una senda que conduce hasta la cima del Puig Campana. Para los que prefieren el mar, el municipio cuenta también con una zona de playa muy urbanizada, con todo tipo de comodidades si viajas en familia.

“Blanca de cal, mirando al norte / sol madrugador le enciende el rostro /y Mahón se encarama desde el puerto / por los antiguos caminos de sus costas”. Los versos de Joan Manuel Serrat son la mejor descripción posible de la capital de Menorca y su puerto natural, uno de los más hermosos y grandes de toda Europa.

Mahón es todo un festín para los ojos curiosos del viajero, que en sus calles encontrará lugares con historia como el Teatre Principal de Maó, el más antiguo de España, los mercados en los que se compran y venden los pescados y mariscos frescos del día o iglesias como la de Santa María y su enorme órgano del siglo XIX. Son solo algunos de los encantos de una ciudad que enamora a primera vista.

Si hay una isla con personalidad propia en Canarias esa es Lanzarote. No sólo por su paisaje volcánico, sino por las intervenciones del artista César Manrique, capaz de encontrar la armonía perfecta entre el arte, la naturaleza y la defensa del medio ambiente. Su legado está muy presente en Costa Teguise, ya sea en el Pueblo Marinero, un homenaje a la arquitectura tradicional canaria, en la cercana Fundación César Manrique o en el Jardín de Cactus.

Entre visitas culturales y el ocio para todas las edades que proponen los campos de golf, un parque acuático y un acuario, nada mejor que relajarse en las tranquilas aguas de la playa de las Cucharas, la más extensa y popular de la zona. Para los que busquen inmortalizar un atardecer inolvidable, el cráter de la montaña Corona está a una hora andando del centro urbano.

En una zona de valles y barrancos que desemboca en la inmensidad Atlántico se alza Puerto Rico, al suroeste de Gran Canaria. Se trata de uno de los lugares más soleados del archipiélago canario, con un microclima particular protegido de los vientos alisios. Además, se encuentra a muy pocos kilómetros de Puerto de Mogán, conocida como la Venecia canaria por sus puentes y canales.

Las dos playas de la zona son ideales para ir con niños y practicar el esnórquel. Pero si hay algo por lo que destaca este enclave canarión es por lo fácil que es avistar cetáceos, desde la misma playa o gracias a las excursiones en barco que se ofrecen en el paseo marítimo. Entre eso y el cercano Angry Birds Activity Park, niños y mayores tienen la diversión asegurada.

A solo media hora en coche de algunas de las mejores playas del sur de España, la cuna del flamenco conserva toda la esencia de Andalucía. Descubre los palacios y casas señoriales de su casco histórico, la monumental Catedral de San Salvador o el encanto de la calle Larga, la principal arteria comercial de la ciudad.

Tampoco puede faltar una visita al Alcázar de Jerez, ejemplo de la arquitectura almohade, o una velada en un tablao flamenco tras recorrer los bares y tabernas con más solera de toda la provincia de Cádiz. Cualquier excusa es buena para pasar unos días en la capital mundial del vino de Jerez y conocer de primera mano las bodegas en las que maduran los mejores finos, manzanillas y amontillados.