Ya lo dice el refrán: “Zaragoza, Zaragoza, no sabe lo que se pierde quien no te goza”. Bañada por el Ebro y confluencia de cuatro culturas, la capital aragonesa es una de esas ciudades que ofrecen mucho más de lo que prometen a simple vista. La imponente Basílica del Pilar, muy presente en el día a día y la cultura zaragozanas, es solo una de las maravillas de una urbe con personalidad propia, en la que tradición y modernidad confluyen en cada barrio.
Las opciones para el paseante son casi infinitas: una ruta por la Zaragoza romana, la zona nueva de la Exposición Internacional del Agua de 2008, la visita imprescindible al Palacio de la Aljafería, una noche de tapeo en el Tubo…
Pero lo mejor de todo es poder descansar después de un agotador día de turismo en alguno de los hoteles con spa de Zaragoza y repasar todo lo vivido mientras los músculos se relajan y preparas el plan del día siguiente.