La casa payesa de Es Mirador de Can Prats data de hace 400 años y sus propietarios han sabido conservarla respetando los tradicionales elementos arquitectónicos primigenios, lo que ya da muchas pistas sobre este hotel rural de tan solo 6 habitaciones.
Las vigas del techo, por ejemplo, fueron transportadas en su día hasta allí en carros, y por los caminos de tierra, porque están hechas de sabina, un preciado árbol autóctono de lento crecimiento que desprende un aroma único y cuya madera adquiere unas tonalidades preciosas. También conservan el antiguo horno de leña donde todavía elaboran pan artesanalmente, los pozos que recogen el agua de lluvia de los techos, los ventanucos y portones que protegían a sus dueños de los ataques piratas, los gruesos muros de piedra…Can Prats es, en el sentido literal de la palabra, una casa payesa auténtica.
El hotel es, de hecho, uno de los pocos establecimientos de la isla que puede considerarse realmente de agroturismo. Está ubicado en una finca de 165.000 m2 con incontables árboles: olivos y algarrobos milenarios, higueras, almendros, aguacates, chirimoyos, plátanos, árboles de papaya, caquis, naranjos, limoneros, nísperos y una variedad de cerezos que dan un tipo de cerezas tan buenas que son famosas en el vecino pueblo de Sant Carles de Peralta. Y como no utilizan productos químicos, ¡pasear por la finca picoteando directamente de los árboles es uno de los placeres perdidos que podrás recuperar en Can Prats!
También podrás saborear los frutos de su huerto ―si quieres desestresarte haciendo un poco de laborterapia, te enseñarán cómo se cuidan los cultivos― probar la deliciosa miel de sus colmenas y volver a comer un huevo frito de verdad, porque las gallinas allí viven en completa libertad, como las ovejas, las cabras y los pavos que campan a sus anchas.
Aprovecha esta maravilla de lugar para desayunar al aire libre con vistas al mar, ¡algunos días se divisan hasta las casitas blancas de Formentera! Solo tienes que decirles en qué rincón quieres que te traigan la bandeja después de pedir a la carta un zumo natural, embutidos, leche de almendra natural, quesos elaborados con tomillo o romero por los payeses locales, sobrasada… ¡cada mañana te preguntan cómo quieres desayunarte!
La inmensidad del terreno de la finca te permitirá hacer largas caminatas respirando el aire puro que llega de los bosques de pinos aromatizado por las flores que crecen por doquier (mmm…el azahar). Y si quieres hacer un poco más de cardio, te alquilarán la bici que les pidas y te recomendarán rutas de senderismo que ellos conocen bien.
Por la noche, no dejes de mirar al cielo: la contaminación lumínica es 0, por lo que, si ha hecho un buen día, la bóveda de estrellas será espectacular. Y como allí nada perturba el silencio, después dormirás como un bebé en tu espléndida y cómoda habitación.