Considerado como el mejor hotel del mundo por su excelencia y exclusividad, Burj Al Arab es además el mejor exponente del lujo en mayúsculas. No hay nada mundano en este hotel: desde su espectacular construcción en forma de vela, hasta su interior con exquisitos materiales como granito de Brasil, mármol y piedras preciosas de Italia y revestimientos de oro de 22 quilates provenientes de la India.
Nada más entrar, el huésped recibe un iPad chapado en oro de 24 quilates, que actúa como un conserje personal virtual y se le asigna un mayordomo privado que hará posible todo cuanto necesite. Algo así como el genio de la lámpara mágica.
Todas las habitaciones del hotel son suites -la más pequeña mide de 170 m2 (para que hagas una idea, como tu piso y el de tu vecino juntos). La más baratita ronda los 1.400 euros por noche, eso sí, incluye desayuno.
Entre sus servicios más célebres están el transfer en helicóptero, el alquiler de coches de alta gama como BMW, Rolls Royce o Ferrari o el de yates con mayordomo (sí, va a estar pegado a ti todo el rato), azafata, chef y masajista abordo.
El hotel tiene nueve restaurantes, cada cual más suntuoso, pero son Al Mahara y Al Muntaha quizás los más impresionantes. El primero, especializado en marisco, es un restaurante-acuario bajo el mar con grandes vitrales a la vida marina. El segundo está a 200 metros de altura sobre una plataforma voladiza permitiendo una vista panorámica de la ciudad.
Los límites de la opulencia nunca se ven drenados en Burj Al Arab. ¿La última extravagancia? El hotel acaba de inaugurar la primera terraza-playa del mundo: una plataforma de 10.000 m2 con dos piscinas, restaurante y bar.