Cristalinos mares turquesas bañan arena y piedra, una frondosa vegetación abraza paradisíacas calas aún intactas, el olor de los pinos se mezcla con la brisa del Mediterráneo e interiores frescos y acogedores para dormir tras devorar un día perfecto de naturaleza y playa.
En esta isla, declarada Reserva de Biosfera, nos deslumbramos con joyas naturales al aire libre y descubrimos que los mayores lujos se encuentran en los pequeños placeres. Libre de la masificación turística con la que es posible toparse en sus vecinas Mallorca e Ibiza, Menorca es, probablemente, la mejor conservada de las Islas Baleares. En ella encontramos un ambiente relajado y sencillo, donde no hacen falta grandes presupuestos para ganar en calidad de vida.