La última vez que dormí en un camping fue… ¡terrible! Corría el mes de mayo de 1991, yo tenía 8 años y el trauma sigue ahí. Me quemé con el hornillo de butano, me negué -hasta que fue muy tarde- a usar los servicios que parecían sacados de Trainspotting, dormí sobre un suelo tan incómodo que hasta un faquir lo habría pasado mal y me picaron sin parar mosquitos del tamaño de un helicóptero. Cuando la experiencia terminó, me hice una promesa: “nunca más”.
25 años más tarde, cuando empecé a salir con una chica que me volvía loco, pero a la que le encantaba el rollo de dormir en la naturaleza, tuve que afrontar mis miedos y repetir la experiencia. Sin embargo, esta vez fue distinto. Descubrí el maravilloso concepto de glamping: camping, pero con glamour. Ahora tengo todas las comodidades que mi cuerpo requiere y no tengo que renunciar a dormir en la naturaleza. Puedo decir que más allá de haber perdido el miedo a acampar, ahora soy el mayor aficionado. Si quieres vivir esta experiencia, descubre los mejores glampings de España y del mundo.