No sé si habéis experimentado alguna vez esa sensación de seguridad, tranquilidad y comunión con nuestro entorno que provoca la combinación de la piedra trabajada y firme, con el color verde de la vegetación frondosa y el aire limpio y fresco.
Existen casas rurales en Cataluña que son atalayas privilegiadas en las que percibir esa combinación de texturas pétreas y vegetales que se da en el medio rural, que se caracteriza por su aparente inmutabilidad, por su perdurabilidad. Antaño, ese mismo universo rural se mostraba hostil, frío y difícil para sus moradores y se trataba de un mundo vetado al visitante.
En la actualidad acudimos a este entorno primigenio a disfrutar de la naturaleza, porque nos transmite tranquilidad, relajación, vitalidad y, ante todo, autenticidad. Es un indudable estallido de vida que en los parajes que os voy a proponer se expresa en toda su magnificencia.